Estos días estamos
viviendo fuertes lluvias y vientos provocando que el mar penetre en las tierras,
abrazándolas con sus aguas, mientras los vientos hacen vibrar y doblar los árboles
y las estructuras alrededor.
Los humanos ven las
consecuencias desde la perspectiva del miedo, como destrozos y dinero perdido.
¿Pero, es así en
realidad?
Si nos lo permitimos, os
invito a dar unos pasos hacia atrás para percibir los movimientos que realizan las
aguas y los vientos desde una perspectiva más amplia y amorosa…
Y es entonces que
percibiremos que las aguas, en verdad, están abrazando la tierra… que las aguas
desean penetrar más en la tierra, nutrirla e impregnarla de alimento e
información. El mar quiere recuperar su lugar. El que le corresponde y que los
humanos hemos ido tomando con fines tan solo económicos (playas, urbanizaciones,
chiringuitos…).
Pero también las aguas
nos invitan a fluir hacia delante, a danzar con ellas, y a fluir en su baile
incesante, estos días más pronunciado. Nos recuerdan que somos emociones y
sentimientos que muchas veces no sabemos interpretar, canalizar y liberar sin
apegos ni resistencias.
Las Aguas, a su entrada
hacia la tierra, nos están mostrando todo aquello que es caduco o que necesita
renovarse, arrasándolo a su paso porque es su manera de expresarse, para que
reflexionemos sobre el uso que hemos dado a aquella porción de tierra. Sea el
delta del Ebro o las costas marítimas.
Lejos de querer
dañarnos, la Madre Tierra nos recuerda que formamos parte de ella, que es bueno
para nosotros fluir con Ella, cambiar y renovarnos. Nos ayuda a posar nuestras
miradas en los lugares que consideramos “destrozados” o “invadidos” y
plantearnos el uso que hemos dado a dichos lugares. Nos invita a reflexionar y
cambiar, o renovar, esas porciones de tierra. Nos invita a renacer…
Este mediodía mientras
sacaba mi perra a pasear aprovechando una tregua sin lluvia, la naturaleza me
ha hecho partícipe de su danza mágica y preciosa… percibía como las amas de los
árboles se inclinaban hacia la tierra a su alrededor, honrándola y saludándola
por lo que es… cada rama emitía una energía preciosa que caía en cascada hacia
la tierra, rindiéndole tributo por su magnificencia, y agradeciéndole las
lluvias y la humedad profunda que han aportado. Porque alimentarán las aguas subterráneas
y las raíces de los árboles y plantas, nutriendo las semillas que germinarán a
lo largo de la próxima primavera.
Y el río bajaba con
rapidez, rebosante de agua, para unirse a otro río mayor que unos kilómetros
más allá desembocará en el mar, cerrando el maravilloso ciclo del agua: mar ↔ nubes
↔ lluvia ↔ ríos, lagos, aguas subterráneas ↔ mar/océano
Algunos patos intrépidos
nadaban por sus aguas turbulentas, mientras el río cantaba sin cesar cantos de
abertura a la Vida… alababa su conexión con el precioso Océano Primordial,
sabiéndose una hermosa expresión de Él.
Mientras sentía que,
aunque el río fluya incesante hacia el mar, uniéndose a él, en realidad nunca
se ha separado de él… el mar, el río, las aguas subterráneas y las aguas
interiores de nuestro cuerpo expresan un abanico de manifestaciones de un mismo
Océano Primordial, recordándonos que nos vamos encaminando a Él, y al mismo
tiempo nunca hemos salido de Él. Porque solo existe el Presente, el aquí y el
ahora. Y desde el Presente Eterno, en este preciso instante, todo es Uno: la
Unidad y todas sus manifestaciones que componemos un espacio rico, vasto e
infinito donde nos expresamos cada una con su conciencia y su forma de ser.
Las lluvias torrenciales
nos recuerdan que formamos parte de ese Océano Primordial. Que somos emociones
y sentimientos… que somos almas. Y que cada alma, cada una de nosotras somos un
legado precioso del Amor Cósmico/Océano Primordial. Y por eso nos encontramos
aquí en la Tierra en estos momentos… para expresar el legado que somos…
Las lluvias torrenciales
se llevan todo aquello que ya no sirve, que es caduco. Invitándonos a
desintoxicar nuestro cuerpo y limpiar nuestras aguas interiores. A desintoxicar
el bazo y el hígado, en particular. Para así abrirnos más y más a la Feminidad Cósmica
y al Principio Masculino que representamos.
Y junto a las lluvias, el
viento fuerte contribuye a esta limpieza…
Nos invita a liberar
pensamientos caducos, viejos, que ya no nos sirven para continuar construyendo
nuestras vidas desde el corazón. Nos invita a abrir nuestros brazos para recibir
la Vida…
Los vientos se llevan
todo aquello que estorba, que está fuera de lugar. Y nos invitan a limpiar
nuestros hogares y nuestras mentes.
Estos días, lejos de
sentir que la meteorología está en contra nuestra, os invito a danzar con ella
y a sentirla en vuestro corazón… a interiorizar y recogeros…
Os invito a danzar con la
Madre Tierra y la Madre Océano, con el Viento y las Aguas, abriéndonos a la Vida
y a las nuevas oportunidades que están surgiendo para nosotras, mientras nos
liberamos de nuestro pasado, o las partes de él que ya no nos son necesarias.
Como también os animo a
seguir la llamada mágica y amorosa que la Tierra está emitiendo este invierno,
y que nos invita a penetrar en su interior, a descubrirla y a conectar con las
infinitas oportunidades que acoge en su vientre. Unas oportunidades que ya
están empezando a aflorar en su superficie a través de las montañas y los valles,
de los campos, los árboles y las playas… y así abrir nuestros corazones y nuestros
cuerpos a recibir estas energías nuevas, más acordes con las frecuencias que
van entrando, cada vez más elevadas. Y que van cogiendo momentum a lo largo de estos
días de finales de enero y a principios de febrero.
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