Aromaterapia, el alma de la Naturaleza




La Tierra no nos pertenece, nosotros pertenecemos a la Tierra… Ella puede vivir sin nosotros, mientras que nosotros sin ella no. Una parte de nuestra alma ha surgido del Alma de la Madre Tierra, por lo que somos un aspecto de Ella. Un aspecto hermoso y luminoso que danza constantemente con los ritmos naturales de la Tierra, de la Luna y del Sol, conjuntamente con los planetas y la galaxia entera. Las cuatro estaciones… las cuatro fases lunares… los cuatro elementos… el número cuatro nos dice que debemos asentarnos en los ritmos de la naturaleza desplegándose ante nosotros a través de las estaciones del año, de las fases lunares y de los elementos, incluyendo la meteorología, nos recuerda que debemos impregnarnos de ellos, sentirlos dentro de nosotros como parte integrante de nuestra alma y de nuestro cuerpo, para así Ser Uno con la Madre Tierra y el Padre Cosmos. Y al Ser Uno, nos damos cuenta que nuestro cuerpo no nos pertenece, sino que es un hermoso y magnífico templo donde nuestra alma se alberga para realizar una tarea en un mundo tridimensional. Sin él no tendríamos forma ni densidad. Y no podríamos desarrollar una tarea. Además, nuestro cuerpo está formado por millones de diminutas bacterias que lo moldean a cada instante, mientras realizan una danza exquisita de muerte y nacimiento, de renovación, purificación y eliminación de los desechos que el cuerpo ya no necesita. Son ellas quienes lo configuran, mientras se adaptan a nuestras emociones y pensamientos, a nuestra voluntad, intenciones y creencias. Por lo que pueden fluir de forma natural, o estancarse y bloquearse, mutando a otras formas de bacterias y virus que acaban contaminando el cuerpo y provocando malestares y enfermedades.

Por ello, podemos decir que nuestras vidas no nos pertenecen, tal como dice la tradición médica china: “la vida no nos pertenece, nosotros le pertenecemos”. Porque los seres humanos formamos parte de la naturaleza y vivimos, aunque aparentemente estemos desconectados de ella, al ritmo del universo que nos rodea… cada palpitación, cada aliento de vida sutil e imperceptible de la Tierra, de cada brizna de hierba, de cada piedra del camino, de cada planta y árbol, nos llega cual un soplo de viento que penetra en nuestro corazón y alcanza nuestros pulmones abriéndonos a la Vida y recordándonos que somos mucho más que tan solo el cuerpo físico que tenemos.
E incluso éste es mucho más que un conjunto de huesos, nervios, músculos y órganos. Porque es una hermosa imagen a semejanza de la naturaleza moldeada por nuestras emociones y pensamientos, por nuestras intenciones y voluntad… las protuberancias óseas son como las montañas, el sistema circulatorio es como los ríos. Y si construimos una presa en un rio cortando su flujo natural, nos afecta disminuyendo nuestra capacidad de fluir en la vida. Porque somos Uno con la naturaleza. Y aquello que le hacemos, nos lo hacemos a nosotros mismos, aunque no lo percibamos e incluso pensemos que es imposible porque somos distintos a los ríos, a los bosques, a la tierra… pero esto es solo apariencia. La realidad subyacente tras las apariencias físicas es muy compleja. Y solo poco a poco, a medida que despertamos nuestra conciencia, somos capaces de percibirla.

El Principio Femenino Cósmico, que podemos denominar como Sofía, Isis o María, por ejemplo, dependiendo de la filosofía y la religión que utilicemos, nos abraza y nos contiene a todos. Todos los seres vivos, que formamos parte de este sistema solar, hemos surgido de Ella. Sofía es la soberana de la Tierra y de la Naturaleza, de los ciclos lunares y solares, de los movimientos planetarios y del zodíaco. Como también de la Humanidad. Sofía, como la Gran Madre, representa el Principio Increado que ha dado luz a todos los dioses y a todos los seres. Y todos somos parte de Ella, teniendo latente en nuestro interior una hermosa semilla de Luz Femenina, creativa y abundante, conjuntamente con un principio masculino siempre cambiante con los ciclos solares y la eclíptica. 


En particular el planeta Urano, cuya tarea principal es la de ser regente de la Naturaleza. Cual un hombre sabio, delgado y con larga barba, rodeado de papiros y pergaminos repletos de conocimientos sobre el poder de las plantas y los árboles, él es el guardián y el soberano de las plantas y de los árboles. Él es el druida, el mago y el alquimista chino, sabio y conocedor de los misterios de la naturaleza, del origen de sus almas y su conexión con el Cosmos, de sus propiedades físicas y de su tarea en nuestro exquisito planeta. Es quien rompe con lo establecido y con la rutina para ensalzar el alma del mundo ante el alma individual. Él es el conocedor de las conexiones entre las plantas y los planetas, y entre los ciclos vegetales de crecimiento-vida-muerte-renacimiento y los ciclos lunares y solares.
Si queremos conectar con la Sabiduría y el Conocimiento de la Naturaleza, podemos invocar a Urano. Y él, cual un abuelo paciente y sabio, nos acompañará en nuestros estudios y en nuestras experiencias con las plantas y los árboles, con el murmullo de los ríos y el susurrar del viento. Nos acompañará a abrir nuestra percepción, para que percibamos el alma de todo lo que nos rodea. En definitiva, nos acompañará a percibir el alma del mundo para ayudarnos a trascender nuestra individualidad y conectar con nuestra humanidad profunda.
Podemos encontrar el espíritu de Urano en los abedules, los fresnos, los robles y los sauces. Y, en general, en todo “abuelo-árbol” cuyo espíritu viejo y sabio canaliza el conocimiento y la sabiduría de los ancestros.
Al mismo tiempo, igual como el resto de planetas de nuestro sistema solar, y la misma Tierra, está conectado con la sexualidad. Porque todo en la Tierra se remite a la sexualidad, entendiendo ésta como sensualidad, gracia, danza, sonidos, inocencia y pureza de corazón. E igual también la sexualidad entendida como Fuerza de Vida, Impulsora y Dadora de Vida ya que está íntimamente conectada con la kundalini. Tanto la de la Tierra como la kundalini de toda la Naturaleza y las nuestras. Formando, todas juntas, una intrincada red, exquisita y potente, donde todos estamos conectados. Y donde la salud y la enfermedad, la prosperidad y la escasez, la abundancia y la miseria, la fuerza interior y la debilidad, circulan incesantemente en ella. Por ello, trabajar con la esencia de las plantas y de los árboles es conectar con su kundalini, con su fuerza vital que impulsa nuestra alma a sanar y reconectar con su propia esencia de luz y amor; a rencontrarnos y armonizarnos, a restituir aquello que nos falta. Sea a nivel físico, emocional o espiritual.

Si nos remontamos a la sabiduría china, Feng-Shui significa Viento-Agua, dando a entender que toda la orografía de la Tierra (montañas, valles, ríos…) ha sido moldeada a lo largo de los siglos gracias al elemento Viento y al elemento Agua. El elemento Viento es representante de nuestros pensamientos e intenciones, y el elemento Agua de nuestras emociones y sentimientos. E igual como moldean la orografía de nuestro precioso planeta, también moldean el cuerpo actuando a través de nuestros pensamientos y emociones. No solo los conscientes, sino los inconscientes, que normalmente son más fuertes y están más arraigados en nuestro interior, formando parte de nuestras células.

De esta forma, si nos abrimos a la naturaleza para conectar con ella a niveles sutiles, podemos entrar en el mundo de los aceites esenciales que, cual un misterioso umbral, nos abre la puerta para entrar en el mundo del chamanismo… en el mundo intrínseco e invisible de la naturaleza donde todo es vida y cobra vida por sí mismo. Donde nada es ajeno a nada y todo el cosmos está conectado entre sí y con nosotros, los seres humanos. Porque las plantas y los árboles tienen alma, se comunican entre ellos y nos hablan. Su alma forma parte de la nuestra, y nosotros formamos parte de ellos. Y es adentrándonos en este mundo espléndido, misterioso y sutil, que podemos conectar con numerosos mundos desconocidos hasta ahora por nosotros, pero largamente comentados y explicados por numerosas tribus, donde aún perdura sus conocimientos y sabidurías ancestrales… Serpientes de luz, gnomos, hadas, elfos, y demás seres considerados fantásticos por la civilización occidental, son parte integrante de este mundo invisible a nuestros ojos. Unos mundos repletos de feminidad, creatividad y vida, que nuestra percepción puede sentir y nuestro corazón vislumbrar, si nos abrimos con inocencia y humildad sincera de corazón a ellos.
Mi experiencia personal con estos seres se remonta desde mi más tierna infancia. Y puedo deciros que las sanaciones más hermosas que he vivido conmigo misma han provenido de estos seres, además de innumerables experiencias maravillosas y gratificantes. Puedo decir sin lugar a dudas, que ellos han sostenido, (y sostienen), mi vida, mi alma y mi cuerpo, nutren mi espíritu y me dan hermosas lecciones de la grandiosidad de nuestras almas cuando, disolviendo nuestro egocentrismo, los reconocemos como parte nuestra recuperando una unidad interior donde somos Uno con ellos y con el Cosmos.

Por ello, un buen terapeuta de aceites esenciales ha de ser un chamán y un visionario, capaz de percibir más allá del presente y de la naturaleza superficial de las cosas y de las personas. Ha de ser capaz de mover las energías del mundo físico con su actitud hacia la vida, hacia las plantas y hacia los seres humanos que se le acercan.



Si ahora nos adentramos al aspecto más físico de los aceites esenciales, podemos decir que son mezclas de sustancias obtenidas de plantas que presentan como características principales su compleja composición química y su carácter fuertemente aromático.
A pesar de que, dentro de los millones de plantas existentes en el planeta, solo se conocen cerca de 4.000 aceites esenciales distintos, porque no todas las plantas son aptas para la extracción práctica de sus aceites esenciales debido a que presentan unas concentraciones muy bajas de estos.

Las plantas aromáticas son las que concentran mayor cantidad de esencias. A veces se emplea toda la planta. Y otra solo sus hojas, frutos, raíces, semillas, flores o la cortea de ciertos árboles.
Por su carácter volátil y la facilidad de ser alteradas por las condiciones externas de humedad, temperatura y luz, se necesita reunir las condiciones adecuadas para realizar su extracción, además del enorme volumen de planta que se necesita.
Hay algunos que son líquidos, mientras otros son viscosos o semisólidos, denominados bálsamos u oleorresinas.
Los aceites esenciales son compuestos que presentan una gran cantidad de moléculas distintas. Y todas juntas crean las características propias de la planta.
Cuando se añade o elimina algún componente del aceite esencial de una planta, éste se transforma en aceite esencial modificado. Mientras que la palabra esencia reúne una gran variedad de connotaciones, desde los minerales hasta el agua cargada de códigos de luz. O la creación de un olor característico de forma química y artificial.


Los aceites esenciales se aplican de forma olfativa, por vía oral o por vía tópica. En este último caso entre el 15-50% del aceite es absorbido por la piel y llevado al torrente sanguíneo.
Existe una gran similitud entre las propiedades de los aceites esenciales y la sangre humana. Por ejemplo, combaten infecciones, contienen compuestos parecidos a las hormonas e inician procesos regenerativos. Funcionan como un mecanismo de defensa de las plantas, poseen potentes propiedades antibacterianas, antifúngicas y antivirales. Son el mecanismo físico de comunicación entre ellas, y a un nivel más profundo, son la sede de su alma, de su energía luminosa, a través de la cual se comunican verticalmente con su Matriz Primordial Luminosa y horizontalmente se comunican entre ellas.
También protegen contra insectos, repeliendo algunos de ellos. Y su habilidad para funcionar como hormonas contribuye al equilibrio de muchos sistemas fisiológicos, emocionales y mentales del ser humano y su cuerpo.
Tienen una capacidad única para penetrar en las membranas celulares y propagarse por la sangre y los tejidos. Porque su estructura es muy similar a la de las membranas celulares. Además de que sus moléculas relativamente pequeñas comparadas con nuestras células. Y cuando se aplican por vía tópica, viajan por el organismo en cuestión de minutos, emitiendo su sonido y luminosidad característica. Porque cada aceite esencial tiene su aura, su vibración única y su sonido único. Es decir, tiene su conciencia.

Existen unos AE que se pueden denominar esencias cuánticas. Como la fragonia, la kunzea, la helichryse de Madagascar, … Porque son plantas que reúnen en sí mismas la historia arquetípica de la Tierra desde sus orígenes, cuando tan solo era polvo estelar, en todas y cada una de sus moléculas. Llevan la historia ancestral de nuestro planeta a partir de la cual las plantas surgieron. 


Algunos aceites esenciales estimulan la secreción de anticuerpos, neurotransmisores, endorfinas, hormonas y enzimas. Los que contienen limoneno previenen, retardan y combaten la metástasis de células cancerígenas (como por ejemplo el geranio). Otros tienen la habilidad de disminuir la viscosidad, o densidad sanguínea (clavo, ciprés, salvia esclarea…) mejorando la circulación y el funcionamiento del sistema inmune.
También aumentan la absorción de oxígeno y ATP, el alimento de la célula.
Algunos son capaces de adherirse a metales pesados contenidos en el cuerpo y transportarlos fuera del cuerpo, siendo excretados (efecto quelante), como el levístico. Mientras que no afectan al equilibrio del cuerpo, a su homeostasis, sino al contrario, intentan restablecer el equilibrio natural, armonizando el cuerpo completo y la persona con la naturaleza, la vida y con su tarea en la Tierra.
Al propagarse, los aceites esenciales tienen la capacidad de aumentar el oxígeno atmosférico y proveer iones negativos, lo que inhibe el crecimiento de agentes patógenos y bacterianos en el ambiente. Tienen efecto ionizante, tienen la habilidad de descomponer los elementos químicos potencialmente nocivos, y convertirlos en no tóxicos.

Por todo ello, podemos decir que la aromaterapia es una buena manera de cuidar nuestro cuerpo y nuestra alma, mientras nos ayuda a reconectar con la Naturaleza y la Madre Tierra.

Si estáis interesados en una sesión o en una consulta, podéis escribirme que con mucho gusto os atenderé. También podemos realizar la sesión por Skype y después os envío la sinergia de aceites esenciales por correos.



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