Tuesday, February 4, 2020

Autismo y ADHD (hiperactividad y déficit de atención)



Actualmente millones de niños tienen ADHD o Autismo en el mundo. Y estos números están subiendo a un ritmo alarmante sin razón aparente.
Para los padres que tienen un hijo o hija con estas disfunciones les puede ser muy frustrante el entender a su hija/hijo, además de ser un reto el no tener respuestas ni la ayuda que necesitan.

En realidad, ambas disfunciones van más allá del hecho de no prestar atención a menudo y tener dificultades de comunicación de vez en cuando, o en el caso del autismo, llevar estos trazos a un nivel más profundo y delicado.

Hay dos tipos de ADHD:
1.      Se denomina falta de atención (desorden de déficit de atención) que la experimentan mayoritariamente niñas.
2.      Es la hiperactividad e impulsividad, que se muestra más en los niños que no en las niñas. Y que puede considerarse extrema cuando el niño funciona con dificultad en la escuela, en casa o en otros lugares.
Cuando estos síntomas van más allá y suceden cada día con mayor intensidad es cuando se denomina autismo.

Es normal en un niño que experimente ambos tipos de ADHD, y que cambie de uno a otro o que exprese ambos al mismo tiempo, como el olvidarse de su almuerzo en el coche (falta de atención) y después ser incapaz de estar sentado quieto en clase (hiperactividad), por ejemplo.

Los niños con este tipo de síntomas habitualmente tienen un alto nivel de intuición, una creatividad excepcional, habilidad para “ver” más allá de lo puramente físico y percibir auras y chakras, por ejemplo. Normalmente son niños que piensan muy rápido, sienten profundamente, y son más intuitivos y artísticos que la mayoría. Pero tienen una paciencia limitada.

Hay la idea errónea que ADHD y el Autismo son debidos a un microbioma intestinal pobre, con muchas cándidas, levaduras, moho y bacterias no beneficiosas. Hecho que lleva a la hiperactividad, falta de atención, impulsividad, y comportamiento antisocial. Ya que se ha constatado que este tipo de microbioma es común en ellos. E incluso se dan casos de terapias donde se ha injertado microbioma de un animal (a veces es cerdo) ayudando a disminuir los síntomas.

Pero, en verdad, la causa de raíz de todo ello es la presencia de metales pesados tóxicos. Porque estos niños ya han nacido con niveles elevados de mercurio y aluminio, metales que ya durante la gestación, se han empezado a asentar en el canal que separa ambos hemisferios del cerebro.
El mercurio, además, también es el principal responsable de las convulsiones en niños pequeños y en adultos.
¡Pero no los genes! Estos desórdenes de carácter no tienen nada que ver con la genética, por mucho que se encuentren problemas de metilación, o mutación de algún gen, denominadas MTHFR. Porque, aunque se dé positivo en el test, hay otra razón que desencadena el resultado. No existen genes malos, erróneos, disfuncionales o que han mutado.
Cuando se dice que hay problemas de metilación, significa que el cuerpo de la persona no puede convertir el ácido fólico en una forma útil para el cuerpo y que éste tiene problemas de conversión de los alimentos. Porque falta el enzima que se requiere, el metil-ene-tetra-hidro-folato reductasa, necesario para las funciones como la producción de glutatione o la asimilación fácil del ácido fólico, producido por los genes. Pero esto no significa que algún gen haya mutado. Los genes nunca mutan. Y esto es muy importante de saber. Los últimos descubrimientos de la neurociencia ya se han dado cuenta de ello: los genes no mutan.
Los genes en nuestro cuerpo tienen propósitos múltiples y actúan de muchas maneras distintas. Pero cuando un gen interactúa con un contaminante, puede que deje de funcionar bien, pero no muta. Más bien queda inhibido de su tarea. Y la razón de ello la encontramos en el hígado y, puede ser también, en el tracto intestinal. Pero principalmente en el hígado donde hay virus y metales pesados. Ya que ambos podemos adquirirlos a través de los fluidos del cuerpo en el momento de la concepción o durante la gestación. Y van pasando de padres a hijos. Por lo que podemos tener metales pesados de varias generaciones anteriores, e incluso de hace 1000 años atrás.
Además, el hígado de los bebés y niños pequeños es muy delicado y en proceso de formación. No está preparado para absorber y procesar las toxinas, metales pesados y virus que entran en él desde la más tierna edad. Y ello hace que todo ello empiece a circular por el torrente sanguíneo y acabe depositándose en diferentes partes del cuerpo. Particularmente en el cerebro, en el canal central que separa ambos hemisferios, ya que es una zona tierna y con mucha energía. Además, la sangre empieza a estar sucia y evita una metilación adecuada o la conversión del ácido fólico. Metilación significa la habilidad del cuerpo por rompe los componentes de la comida, la bebida y el sol que tomamos en moléculas químicas asimilables y utilizables para las células del cuerpo.

El canal que separa ambos hemisferios cuando somos pequeños está abierto, permitiendo la libre comunicación entre ambos hemisferios. Y acogiendo energía en su interior que proviene de nuestra Yo Superior y de nuestra alma para, así, ir anclando nuestro potencial luminoso en el cuerpo físico. Esta energía facilita la conexión entre ambos hemisferios, y los comunica, impregnándolos de nuestra esencia de luz y de nuestro propósito de vida. Este canal, al estar abierto y receptivo, facilita que seamos capaces de ver energías más allá del mundo propiamente físico, sean de los chakras y campo energético, sea de otros seres no visibles, y de comunicarnos con los reinos multidimensionales de mayor conciencia. Situación que propicia a ver “amigos imaginarios” como los adultos los denominamos comúnmente.

Pero cuando el mercurio entra en el canal bloquea los senderos y las transmisiones eléctricas y energéticas entre ambos hemisferios. Por lo que el cerebro debe inventarse nuevos caminos para comunicar ambos hemisferios, por lo que empieza acceder a partes de él mismo que normalmente solo se desarrollan una vez somos adultos. De modo que los impulsos eléctricos se adentran en territorio virgen, aún por moldear y crear. Al hacerlo, encienden las neuronas de estos territorios que no deberían empezar a encenderse entre ellas hasta que no tenemos los 18 años, y más.
Esto provoca una mayor velocidad de comunicación entre las neuronas. Son niños que piensan muy rápido, que el tiempo les pasa de una forma distinta a como lo percibimos los adultos. Para ellos, cada instante es precioso y único. Y lo viven con intensidad. Pero una vez vivido (a su velocidad), pasan a otra cosa. Por lo que les cuesta prestar atención y retener lo que leen, por ejemplo.

También son niños con una toma de tierra débil que se traduce a nivel energético con un chakra tierra con poca energía o muy dispersa. Porque tienen la mayor parte de la energía en la cabeza. Y ello provoca la hiperactividad, la necesidad de estar siempre moviéndose. Pero también debido a una angustia interior, unos miedos inconscientes que les provocan inquietud sin saber muy bien a qué. De alguna forma, su alma busca un lugar donde reposar y anclarse, donde sentirse en paz y segura. Y busca y busca este lugar, pero no lo encuentra. Porque en realidad, debería anclarse en el interior del cuerpo del niño. Pero al haber metales pesados, y muchas veces también virus, que dificultan esta tarea, la inquietud persiste. Por ello es muy importante ayudarles a conectar consigo mismos, estimular su creatividad y su autoestima, su valía personal, y valorar el ser diferentes de los demás en un mundo donde, en realidad, todos somos distintos, aunque muchas veces prefiramos pasar desapercibidos.

El autismo en una forma de ADHD más avanzada y complicada.
Aquí los metales pesados tóxicos están en mayor cantidad y se agrupan no solo en el canal central. Dependiendo de donde se encuentren depositados el niño mostrará unos aspectos de autismo u otros. Por esto hay una variedad de espectros en que esta disfunción se presenta.
Las capas adicionales de mercurio que tienen estos niños en su cerebro interfieren aún más con el libre fluir de la energía en el canal central. Por lo que la frecuencia del cerebro entero es diferente a la que tendría que ser, está distorsionada. Y el niño no puede emitir la canción, o melodía de su alma.
Esto conlleva que el alma del niño o niña no puede anclarse bien en el cuerpo, o que quede anclada “en pedazos”, una parte aquí y otra allá, sin apenas poder comunicarse entre sí. Entonces, como el alma apenas puede comunicarse consigo misma a través del cuerpo (como si éste fuera un puzle con las piezas separadas entre sí, el niño o niña, le cuesta comunicarse consigo mismo. Y muestra problemas de comunicación con el exterior, ya que no sabe cómo vencer el vacío que siente entre él y los demás. Que en el fondo, es entre su cuerpo y su alma. Es como si las distintas partes de su cuerpo estuvieran incomunicadas entre sí, hablando cada una independientemente de las demás, creando una distorsión energética que el niño no sabe manejar ni comprende. Lo que le puede dar momentos de desesperación y rabia, exasperándose con no causa aparente en el mundo exterior. y provocando frustración y exasperación también en los padres al verse incapaces de manejar la situación.
A veces, el vacío que siente el niño es tan grande, que bloquea completamente si capacidad de comunicación con el exterior, viéndolo como un lugar que no comprende, terrorífico, en el que se siente incapaz de moverse y expresarse. Y se vuelve un niño “burbuja”.

Aunque por otro lado, los niños con ADHD o Autismo tienen una neuronas cerebrales mucho más evolucionadas, especialmente en el lóbulo frontal. Y sus habilidades por “leer” a la gente o percibir mundos multidimensionales se mantienen. Por lo que sus mundos interiores son ricos y no se sienten solos, a pesar de la soledad aparente en que viven por la falta de comunicación con el exterior.
También desarrollan neuronas más evolucionadas en el sistema límbico, que están relacionadas con comportamientos, emociones y deseos (dándoles una impulsividad a veces difícil de manejar). Porque estas neuronas se excitan con mayor facilidad y son más sensibles. Además de necesitar de 3 a 4 veces mayor cantidad de glucosa para funcionar correctamente.

Todos estos procesos acostumbran a su ceder antes de los 4 años de edad.
Y durante este periodo, y hasta los 18 años, se está a tiempo para eliminar los metales pesados del cerebro del cerebro con una dieta adecuada y técnicas desintoxicantes. De modo que no quedan secuelas de ADHD o Autismo.

Después de los 18 años, el canal central se cierra. Y el hemisferio derecho e izquierdo se juntan entre ellos, limitando el flujo de energía que fluía entre ellos. Por lo que los metales pesados quedan atrapados. Así y todo podemos ir eliminándolos, aunque no será al mismo ritmo ni con la misma eficacia. Pero hay alimentos que llegan a todos los rincones del cerebro. Y si no pueden eliminar los  metales pesados tóxicos que residen allí, los neutralizan.

Ante estos casos de ADHD y Autismo, los médicos prescriben muchas veces anfetaminas, que son estimulantes y limitan la intuición. Pero con el tiempo van quemando las suprarrenales y todos los órganos a los que les llega la adrenalina, incluido el cerebro.

Una solución más saludable es proveer al niño o a la niña, mucha fruta, fresca y orgánica. La dieta ketogénica no es buena para ellos, ni para las personas en general, por muy buena prensa que se le dé. Aunque eliminar los cereales y los azúcares refinados es importante, y un gran paso hacia delante. Pero las grasas fuerzan a las adrenales a liberar adrenalina por lo que se van fatigando, además de provocar la oxidación de los metales pesados. Por lo que éstos se oxidan. Y con ellos, las células a su alrededor, allí donde estén depositados.

Qué tomar para sanar:

Hay alimentos muy saludables y especialmente indicados para eliminar metales pesados y otras toxinas del cuerpo, para sanar los tejidos cerebrales, apoyar las señales de transmisión sanas entre neuronas, proveer glucosa al cerebro, calmar la mente y fortalecer el sistema nervioso central.
Como son: los arándanos silvestres, el cilantro, la hierba de cebada en polvo (mejor el jugo de hierba de cebada en polvo), el alga espirulina, el alga dulce, el zumo de apio, el aceite de coco, el perejil, los plátanos o bananas, las moras, los aguacates, las fresas y las semillas de lino. Además de patatas, calabaza, boniatos, espinacas y hojas verdes, brócoli, coliflor. Y proveerles de tanta fruta como deseen cada día.
Tomar un zumo de apio, de 100ml para los niños y niñas menores de 4 años. Subir a 200ml desde los 4 hasta los 6-7 años. Subir a 300ml hasta los 10-12 años. Y a partir de esta edad en adelante, tomar entre 450ml-700ml de zumo de apio al día en ayunas por la mañana. Esperar unos 20-30 minutos, y después ya desayunar, preferiblemente un buen batido de frutas con cilantro, arándanos silvestres, alga dulce, alga espirulina y zumo de hierba de cebada en polvo.

Plantas medicinales y suplementos alimenticios:
Espirulina: es crítica para eliminar metales pesados del cerebro. Ayuda a crecer nuevas neuronas y fortalece los neurotransmisores.
Vitamina B12 (en forma líquida de metilcobalamina y/o adenosilcobalamina): refuerza el cerebro y todo el sistema nervioso central.
Ester C: variedad de vitamina C más suave para el sistema digestivo, ayuda a reparar los neurotransmisores dañados, y estimula las glándulas suprarrenales. Ayuda a limpiar el hígado y elimina toxinas.
Zinc (en forma líquida de sulfato de cinc): fortalece el sistema endocrino, incluyendo las suprarrenales, tiroides y el tálamo. Ayuda a los neurotransmisores a funcionar bien.
Melatonina: reduce la inflamación del cerebro y ayuda a reparar neuronas y promover el crecimiento de nuevas.
Melisa: reduce la inflamación del cerebro, y calma el sistema nervioso central. Mata virus, bacterias y hongos que pueden estar inflamando el tracto intestinal y causando alergias alimentarias.
Magnesio: ayuda a la habilidad para pensar, aprender, recordar, leer y hablar. Calma el sistema nervioso central.
Ginkgo biloba: ayuda a eliminar mercurio del cerebro y reduce la inflamación.
GABA: refuerza los neuropéptidos y neurotransmisores (sobre todo del sistema motor), calma el sistema nervioso central.
Complejo de vitamina B: nutre y sostiene el cerebro y el bulbo raquídeo.
Ginseng: fortalece las glándulas suprarrenales.
Probióticos: equilibran y ayudan al sistema digestivo, impulsan y estimulan el sistema inmunológico.
EPA-DHA: ayuda a reparar y a crecer las neuronas.

A nivel emocional y mental, es bueno darles entornos tranquilos donde haya música suave y relajante, paseos por el campo, la montaña y la playa. Que estén en contacto con algún animal de compañía.  Además de promover su creatividad a través de la música (escuchando o danzando con ella) o la pintura y el dibujo. A medida que vayan sanando, a los niños autistas se les puede introducir paulatinamente más en el mundo exterior, hasta que ya se puedan desenvolver por sí mismos con naturalidad.
Y sobre todo ir fortaleciendo su valía personal por el hecho de ser distintos a la mayoría de los niños y niñas, junto a la de los padres (¡que también lo necesitan mucho!).

Las explicaciones sobre los procesos físicos de las disfunciones ADHD y Autismo han sido extraídas de la información propiciada por Anthony William @medicalmedium.
Las explicaciones sobre la parte emocional, energética y anímica son mías.

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