Actualmente millones de
niños tienen ADHD o Autismo en el mundo. Y estos números están subiendo a un
ritmo alarmante sin razón aparente.
Para los padres que
tienen un hijo o hija con estas disfunciones les puede ser muy frustrante el
entender a su hija/hijo, además de ser un reto el no tener respuestas ni la
ayuda que necesitan.
En realidad, ambas
disfunciones van más allá del hecho de no prestar atención a menudo y tener
dificultades de comunicación de vez en cuando, o en el caso del autismo, llevar
estos trazos a un nivel más profundo y delicado.
Hay dos tipos de ADHD:
1.
Se denomina falta de atención (desorden de déficit de
atención) que la experimentan mayoritariamente niñas.
2.
Es la hiperactividad e impulsividad, que se muestra más
en los niños que no en las niñas. Y que puede considerarse extrema cuando el
niño funciona con dificultad en la escuela, en casa o en otros lugares.
Cuando estos síntomas van más allá y suceden cada día con mayor intensidad
es cuando se denomina autismo.
Es normal en un niño que
experimente ambos tipos de ADHD, y que cambie de uno a otro o que exprese ambos
al mismo tiempo, como el olvidarse de su almuerzo en el coche (falta de atención)
y después ser incapaz de estar sentado quieto en clase (hiperactividad), por
ejemplo.
Los niños con este tipo
de síntomas habitualmente tienen un alto nivel de intuición, una creatividad
excepcional, habilidad para “ver” más allá de lo puramente físico y percibir
auras y chakras, por ejemplo. Normalmente son niños que piensan muy rápido,
sienten profundamente, y son más intuitivos y artísticos que la mayoría. Pero
tienen una paciencia limitada.
Hay la idea errónea que
ADHD y el Autismo son debidos a un microbioma intestinal pobre, con muchas
cándidas, levaduras, moho y bacterias no beneficiosas. Hecho que lleva a la
hiperactividad, falta de atención, impulsividad, y comportamiento antisocial. Ya
que se ha constatado que este tipo de microbioma es común en ellos. E incluso
se dan casos de terapias donde se ha injertado microbioma de un animal (a veces
es cerdo) ayudando a disminuir los síntomas.
Pero, en verdad, la
causa de raíz de todo ello es la presencia de metales pesados tóxicos. Porque estos
niños ya han nacido con niveles elevados de mercurio y aluminio, metales que ya
durante la gestación, se han empezado a asentar en el canal que separa ambos
hemisferios del cerebro.
El mercurio, además,
también es el principal responsable de las convulsiones en niños pequeños y en
adultos.
¡Pero no los genes!
Estos desórdenes de carácter no tienen nada que ver con la genética, por mucho
que se encuentren problemas de metilación, o mutación de algún gen, denominadas
MTHFR. Porque, aunque se dé positivo en el test, hay otra razón que desencadena
el resultado. No existen genes malos, erróneos, disfuncionales o que han
mutado.
Cuando se dice que hay
problemas de metilación, significa que el cuerpo de la persona no puede
convertir el ácido fólico en una forma útil para el cuerpo y que éste tiene
problemas de conversión de los alimentos. Porque falta el enzima que se requiere,
el metil-ene-tetra-hidro-folato reductasa, necesario para las funciones como la
producción de glutatione o la asimilación fácil del ácido fólico, producido por
los genes. Pero esto no significa que algún gen haya mutado. Los genes nunca
mutan. Y esto es muy importante de saber. Los últimos descubrimientos de la
neurociencia ya se han dado cuenta de ello: los genes no mutan.
Los genes en nuestro
cuerpo tienen propósitos múltiples y actúan de muchas maneras distintas. Pero
cuando un gen interactúa con un contaminante, puede que deje de funcionar bien,
pero no muta. Más bien queda inhibido de su tarea. Y la razón de ello la
encontramos en el hígado y, puede ser también, en el tracto intestinal. Pero
principalmente en el hígado donde hay virus y metales pesados. Ya que ambos
podemos adquirirlos a través de los fluidos del cuerpo en el momento de la
concepción o durante la gestación. Y van pasando de padres a hijos. Por lo que
podemos tener metales pesados de varias generaciones anteriores, e incluso de
hace 1000 años atrás.
Además, el hígado de los
bebés y niños pequeños es muy delicado y en proceso de formación. No está
preparado para absorber y procesar las toxinas, metales pesados y virus que
entran en él desde la más tierna edad. Y ello hace que todo ello empiece a
circular por el torrente sanguíneo y acabe depositándose en diferentes partes
del cuerpo. Particularmente en el cerebro, en el canal central que separa ambos
hemisferios, ya que es una zona tierna y con mucha energía. Además, la sangre
empieza a estar sucia y evita una metilación adecuada o la conversión del ácido
fólico. Metilación significa la habilidad del cuerpo por rompe los componentes
de la comida, la bebida y el sol que tomamos en moléculas químicas asimilables
y utilizables para las células del cuerpo.
El canal que separa
ambos hemisferios cuando somos pequeños está abierto, permitiendo la libre
comunicación entre ambos hemisferios. Y acogiendo energía en su interior que
proviene de nuestra Yo Superior y de nuestra alma para, así, ir anclando
nuestro potencial luminoso en el cuerpo físico. Esta energía facilita la
conexión entre ambos hemisferios, y los comunica, impregnándolos de nuestra
esencia de luz y de nuestro propósito de vida. Este canal, al estar abierto y
receptivo, facilita que seamos capaces de ver energías más allá del mundo
propiamente físico, sean de los chakras y campo energético, sea de otros seres
no visibles, y de comunicarnos con los reinos multidimensionales de mayor
conciencia. Situación que propicia a ver “amigos imaginarios” como los adultos
los denominamos comúnmente.
Pero cuando el mercurio
entra en el canal bloquea los senderos y las transmisiones eléctricas y
energéticas entre ambos hemisferios. Por lo que el cerebro debe inventarse
nuevos caminos para comunicar ambos hemisferios, por lo que empieza acceder a
partes de él mismo que normalmente solo se desarrollan una vez somos adultos.
De modo que los impulsos eléctricos se adentran en territorio virgen, aún por
moldear y crear. Al hacerlo, encienden las neuronas de estos territorios que no
deberían empezar a encenderse entre ellas hasta que no tenemos los 18 años, y
más.
Esto provoca una mayor
velocidad de comunicación entre las neuronas. Son niños que piensan muy rápido,
que el tiempo les pasa de una forma distinta a como lo percibimos los adultos.
Para ellos, cada instante es precioso y único. Y lo viven con intensidad. Pero
una vez vivido (a su velocidad), pasan a otra cosa. Por lo que les cuesta
prestar atención y retener lo que leen, por ejemplo.
También son niños con
una toma de tierra débil que se traduce a nivel energético con un chakra tierra
con poca energía o muy dispersa. Porque tienen la mayor parte de la energía en
la cabeza. Y ello provoca la hiperactividad, la necesidad de estar siempre moviéndose.
Pero también debido a una angustia interior, unos miedos inconscientes que les
provocan inquietud sin saber muy bien a qué. De alguna forma, su alma busca un
lugar donde reposar y anclarse, donde sentirse en paz y segura. Y busca y busca
este lugar, pero no lo encuentra. Porque en realidad, debería anclarse en el
interior del cuerpo del niño. Pero al haber metales pesados, y muchas veces
también virus, que dificultan esta tarea, la inquietud persiste. Por ello es
muy importante ayudarles a conectar consigo mismos, estimular su creatividad y
su autoestima, su valía personal, y valorar el ser diferentes de los demás en
un mundo donde, en realidad, todos somos distintos, aunque muchas veces
prefiramos pasar desapercibidos.
El autismo en una forma de ADHD más avanzada y
complicada.
Aquí los metales pesados
tóxicos están en mayor cantidad y se agrupan no solo en el canal central.
Dependiendo de donde se encuentren depositados el niño mostrará unos aspectos
de autismo u otros. Por esto hay una variedad de espectros en que esta
disfunción se presenta.
Las capas adicionales de
mercurio que tienen estos niños en su cerebro interfieren aún más con el libre
fluir de la energía en el canal central. Por lo que la frecuencia del cerebro
entero es diferente a la que tendría que ser, está distorsionada. Y el niño no
puede emitir la canción, o melodía de su alma.
Esto conlleva que el
alma del niño o niña no puede anclarse bien en el cuerpo, o que quede anclada
“en pedazos”, una parte aquí y otra allá, sin apenas poder comunicarse entre
sí. Entonces, como el alma apenas puede comunicarse consigo misma a través del
cuerpo (como si éste fuera un puzle con las piezas separadas entre sí, el niño
o niña, le cuesta comunicarse consigo mismo. Y muestra problemas de comunicación
con el exterior, ya que no sabe cómo vencer el vacío que siente entre él y los
demás. Que en el fondo, es entre su cuerpo y su alma. Es como si las distintas
partes de su cuerpo estuvieran incomunicadas entre sí, hablando cada una
independientemente de las demás, creando una distorsión energética que el niño
no sabe manejar ni comprende. Lo que le puede dar momentos de desesperación y
rabia, exasperándose con no causa aparente en el mundo exterior. y provocando
frustración y exasperación también en los padres al verse incapaces de manejar
la situación.
A veces, el vacío que
siente el niño es tan grande, que bloquea completamente si capacidad de
comunicación con el exterior, viéndolo como un lugar que no comprende,
terrorífico, en el que se siente incapaz de moverse y expresarse. Y se vuelve
un niño “burbuja”.
Aunque por otro lado,
los niños con ADHD o Autismo tienen una neuronas cerebrales mucho más
evolucionadas, especialmente en el lóbulo frontal. Y sus habilidades por “leer”
a la gente o percibir mundos multidimensionales se mantienen. Por lo que sus
mundos interiores son ricos y no se sienten solos, a pesar de la soledad
aparente en que viven por la falta de comunicación con el exterior.
También desarrollan
neuronas más evolucionadas en el sistema límbico, que están relacionadas con
comportamientos, emociones y deseos (dándoles una impulsividad a veces difícil
de manejar). Porque estas neuronas se excitan con mayor facilidad y son más
sensibles. Además de necesitar de 3 a 4 veces mayor cantidad de glucosa para
funcionar correctamente.
Todos estos procesos
acostumbran a su ceder antes de los 4 años de edad.
Y durante este periodo,
y hasta los 18 años, se está a tiempo para eliminar los metales pesados del
cerebro del cerebro con una dieta adecuada y técnicas desintoxicantes. De modo
que no quedan secuelas de ADHD o Autismo.
Después de los 18 años,
el canal central se cierra. Y el hemisferio derecho e izquierdo se juntan entre
ellos, limitando el flujo de energía que fluía entre ellos. Por lo que los metales
pesados quedan atrapados. Así y todo podemos ir eliminándolos, aunque no será
al mismo ritmo ni con la misma eficacia. Pero hay alimentos que llegan a todos
los rincones del cerebro. Y si no pueden eliminar los metales pesados tóxicos que residen allí, los
neutralizan.
Ante estos casos de ADHD
y Autismo, los médicos prescriben muchas veces anfetaminas, que son
estimulantes y limitan la intuición. Pero con el tiempo van quemando las
suprarrenales y todos los órganos a los que les llega la adrenalina, incluido
el cerebro.
Una solución más
saludable es proveer al niño o a la niña, mucha fruta, fresca y orgánica. La
dieta ketogénica no es buena para ellos, ni para las personas en general, por
muy buena prensa que se le dé. Aunque eliminar los cereales y los azúcares
refinados es importante, y un gran paso hacia delante. Pero las grasas fuerzan
a las adrenales a liberar adrenalina por lo que se van fatigando, además de
provocar la oxidación de los metales pesados. Por lo que éstos se oxidan. Y con
ellos, las células a su alrededor, allí donde estén depositados.
Qué tomar para sanar:
Hay alimentos muy saludables y especialmente indicados
para eliminar metales pesados y otras toxinas del cuerpo, para sanar los tejidos cerebrales, apoyar las señales de transmisión
sanas entre neuronas, proveer glucosa al cerebro, calmar la mente y fortalecer
el sistema nervioso central.
Como son: los arándanos
silvestres, el cilantro, la hierba de cebada en polvo (mejor el jugo de hierba
de cebada en polvo), el alga espirulina, el alga dulce, el zumo de apio, el
aceite de coco, el perejil, los plátanos o bananas, las moras, los aguacates,
las fresas y las semillas de lino. Además de patatas, calabaza, boniatos,
espinacas y hojas verdes, brócoli, coliflor. Y proveerles de tanta fruta como
deseen cada día.
Tomar un zumo de apio,
de 100ml para los niños y niñas menores de 4 años. Subir a 200ml desde los 4
hasta los 6-7 años. Subir a 300ml hasta los 10-12 años. Y a partir de esta edad
en adelante, tomar entre 450ml-700ml de zumo de apio al día en ayunas por la
mañana. Esperar unos 20-30 minutos, y después ya desayunar, preferiblemente un
buen batido de frutas con cilantro, arándanos silvestres, alga dulce, alga
espirulina y zumo de hierba de cebada en polvo.
Plantas medicinales y suplementos alimenticios:
Espirulina: es crítica
para eliminar metales pesados del cerebro. Ayuda a crecer nuevas neuronas y
fortalece los neurotransmisores.
Vitamina B12 (en forma
líquida de metilcobalamina y/o adenosilcobalamina): refuerza el cerebro y todo
el sistema nervioso central.
Ester C: variedad de
vitamina C más suave para el sistema digestivo, ayuda a reparar los
neurotransmisores dañados, y estimula las glándulas suprarrenales. Ayuda a
limpiar el hígado y elimina toxinas.
Zinc (en forma líquida
de sulfato de cinc): fortalece el sistema endocrino, incluyendo las
suprarrenales, tiroides y el tálamo. Ayuda a los neurotransmisores a funcionar
bien.
Melatonina: reduce la
inflamación del cerebro y ayuda a reparar neuronas y promover el crecimiento de
nuevas.
Melisa: reduce la
inflamación del cerebro, y calma el sistema nervioso central. Mata virus,
bacterias y hongos que pueden estar inflamando el tracto intestinal y causando
alergias alimentarias.
Magnesio: ayuda a la
habilidad para pensar, aprender, recordar, leer y hablar. Calma el sistema
nervioso central.
Ginkgo biloba: ayuda a
eliminar mercurio del cerebro y reduce la inflamación.
GABA: refuerza los
neuropéptidos y neurotransmisores (sobre todo del sistema motor), calma el
sistema nervioso central.
Complejo de vitamina B:
nutre y sostiene el cerebro y el bulbo raquídeo.
Ginseng: fortalece las
glándulas suprarrenales.
Probióticos: equilibran
y ayudan al sistema digestivo, impulsan y estimulan el sistema inmunológico.
EPA-DHA: ayuda a reparar
y a crecer las neuronas.
A nivel emocional y
mental, es bueno darles entornos tranquilos donde haya música suave y relajante,
paseos por el campo, la montaña y la playa. Que estén en contacto con algún
animal de compañía. Además de promover
su creatividad a través de la música (escuchando o danzando con ella) o la
pintura y el dibujo. A medida que vayan sanando, a los niños autistas se les
puede introducir paulatinamente más en el mundo exterior, hasta que ya se
puedan desenvolver por sí mismos con naturalidad.
Y sobre todo ir
fortaleciendo su valía personal por el hecho de ser distintos a la mayoría de
los niños y niñas, junto a la de los padres (¡que también lo necesitan mucho!).
Las explicaciones sobre los procesos físicos de las
disfunciones ADHD y Autismo han sido extraídas de la información propiciada por
Anthony William @medicalmedium.
Las explicaciones sobre la parte emocional, energética
y anímica son mías.