¿Amamos nuestro cuerpo? ¿Lo
cuidamos?
¿Qué consideramos que es
nuestro cuerpo?
Puede que algo gratuito que
se nos ha dado y con el cual no tenemos más remedio que lidiar…
Puede que algo incómodo
porque nos obliga a vivir físicamente cuando preferiríamos no estar aquí…
O puede que no nos hayamos
parado a pensar en lo qué significa para nosotros y lo tomamos como algo que
debe ser porque vivir en la Tierra implica tener cuerpo, tener enfermedades, cansancio,
insomnio, malestares… además de obligarnos a tener que desplazarnos de un lado
a otro usando vehículos diversos, vivir bajo un techo donde resguardarnos y
alimentarnos cada día. Pero el cuerpo físico es mucho más que un conjunto de
células distribuidas en forma de órganos.
Y del mismo modo, también la
Tierra es mucho más que tan solo un lugar donde habitar. Y aquello que hacemos
a nuestro cuerpo, lo hacemos a la Tierra… porque es Uno con Ella, aunque
nuestros sentidos lo perciban como entes separados entre sí e independientes.
Queridos, ahora más que nunca
la Madre Tierra necesita nuestro soporte y nuestra ayuda para acompañarla en su
proceso de sanación, de liberación de energías tóxicas retenidas en su interior
por siglos, y abrirse más y más a la Vida cual una hermosa flor de loto.
Ahora ha llegado el momento
en que la Madre Tierra debe sanarse y liberarse. Pero no solo por sí misma,
sino para acompañarnos en nuestro propio proceso de ascensión hacia nuevas
aberturas de conciencia. Porque sin ella, nosotros solos no podemos hacerlo. Y por
ello, el proceso de sanación y renovación que está realizando es imprescindible
para todos los seres vivos, incluidos los humanos.
Este proceso de sanación pasa
por usar las energías renovadoras y purificadoras del fuego. Y también por
licuar los hielos para aumentar el nivel de las aguas que circulan, se mueven y
se deslizan por su superficie… y así ayudarnos a conectar con nuestras propias
aguas interiores: nuestras emociones, nuestra sangre y las aguas del cuerpo
como soporte del Alma. Ya que ésta, como expresión exquisita de las Aguas Cósmicas,
solo puede anclarse en el cuerpo si nuestras propias aguas están limpias, tanto
emocionales como físicas.
Más allá de lo que nuestros sentidos
perciben, la Tierra se está abriendo cual una hermosa flor al Cosmos entero, a
sus Energías Luminosas y Amorosas, activando su potencial y renovándolo. Y por
ello está realizando un proceso de purificación donde todos estamos
involucrados.
Por ello, en vez de tomarla
como algo gratuito que podemos hacer lo que queramos con ella, ahora nos pide
que nos involucremos en su proceso de sanación. Porque, en realidad, es nuestro
proceso de sanación. Nos pide que salgamos de nuestras limitaciones creadas por
la mente racional, que abramos los ojos y la miremos más allá de nuestro ritmo
de vida y de nuestras comodidades.
¿Su proceso de limpieza nos
incomoda de alguna manera?
La Tierra es una
manifestación exquisita del Ser de Luz que denominamos Gaia, y que expresa en
sí misma la riqueza de los mundos físicos conectados inextricablemente con los
mundos sutiles. Es una expresión de las realidades multidimensionales, aunque
nuestras mentes racionales la perciben como 3-dimensional.
Pero si vamos más allá, y
abrimos los ojos del corazón y los conectamos con nuestra mente, nuevos mundos empiezan
a adquirir forma ante nuestra conciencia… son reinos 5-dimensionales y más.
Este hermoso planeta se
proyecta al exterior, desplegándose y manifestándose en el Universo que ven
nuestros ojos. Como también en el universo que aún no vemos ni percibimos. Igualmente
la Tierra se despliega y proyecta hacia el interior de sí misma en forma de
miríadas de mundos sutiles, no perceptibles aún a nuestros ojos, creando el
Universo entero en su interior.
Porque tal como es afuera es
adentro…
Tal como es arriba es abajo…
Y no hay nada fuera que no
esté dentro de todos y cada uno de nosotros.
El centro de este Universo,
su núcleo situado arriba en el cielo, parece tan inalcanzable como el núcleo de
la Tierra, situado en el centro de ésta… y al mismo tiempo ambos están aquí,
presentes y latentes, vivos, insondables y eternos… esperando que nuestro Ser
despierte y quiera reconectar con ellos…
También todas las
constelaciones tienen cabida en el interior de la Tierra…
Vivir en la Tierra es abrirnos
a experimentar nuevas formas de experimentar la vida. Es vivir sintiendo la Tierra
desplegándose por encima de nuestras cabezas mientras los pies caminan por la
superficie de la miríada de manifestaciones del universo ancladas en el
planeta…
Caminar por la Tierra, es
caminar por el Universo… cada paso que damos, cada lugar donde vamos, es una
energía manifestada del Cosmos… aquí podemos encontrar todos los mundos, todos
los reinos… todo. Incluso lo más sutil que podamos imaginar. Aunque para ello es
necesario mirar con los ojos del corazón, sin juicios ni críticas, sin egos que
nos separan de las realidades que nos rodean.
Si abrimos los ojos del corazón,
percibimos que, cuando andamos por este precioso planeta, tenemos los pies en
el Universo y la cabeza en la Tierra… como si el mundo fuera al revés. Y a
medida que nos sumergimos más y más en las energías de la Naturaleza, experimentamos
las innumerables energías del cosmos que se despliegan a nuestro alrededor en
forma de árboles y plantas, de viento, ríos, valles y montañas, en forma de
rocas y bosques… mientras nuestra cabeza está en contacto constante con Gaia…
con este Espíritu insondable, exquisito, maravilloso y multidimensional que es
Gaia…
Porque Gaia es todo este
Universo donde estamos inmersos… y este Universo es Gaia…
Un Universo que no existiría
sin Gaia. Ni Gaia existiría sin este Universo… porque uno forma parte del otro…
son Uno y son Dos al mismo tiempo… son Uno y son Multiplicidad al mismo tiempo…
Y nosotros somos parte de Gaia…
como también de este Universo…
Somos Uno y somos Dos…
Somos Uno expresado en
Múltiples…
La Gaia física, la Tierra,
conecta con todos los mundos físicos… es como un portal que conecta y comunica
con la manifestación del universo físico. Y eso es lo que ven nuestros ojos… la
dimensión física de Gaia y de este Universo. Pero hay muchas más dimensiones
que no vemos y existen… que se despliegan tanto en el “interior” de la Tierra
como en el “exterior”. Mientras la superficie de la Tierra es el escenario espacio-temporal
por donde nos movemos para realizar una tarea de consciencia.
Debido a que la Tierra física
es tan solo una porción de la multidimensionalidad de Gaia, los animales, para
poder introducirse en esta dimensión, han tenido que adormecer una parte de sus
conciencias. Quedando reducidos a lo que denominamos “animales”. Pero, en
realidad, son hermosos seres de Luz, valientes y decididos, llenos de coraje y
sabiduría, que por Amor, se han permitido “dejar atrás” una parte de sus conciencias,
para manifestarse a nivel físico con unos cuerpos parecidos a los que tienen en
otras dimensiones. Porque los animales son hermosos seres de luz provenientes
de otros mundos, o constelaciones, y que forman parte de este Universo. Que se
han reunido en la Tierra para realizar una tarea con nosotros y acompañarnos en
nuestro despertar y evolución.
Mientras que los árboles y
las plantas son una exquisita manifestación de las energías cósmicas de luz y
amor, de sabiduría y conocimiento, ancladas en el aquí y el ahora, acompañando
a la Tierra desde mucho antes que los seres humanos empezáramos nuestro
aprendizaje en este planeta… ellos, junto a las rocas, son las memorias
vivientes de la historia de la Tierra y son nuestros ancestros de Luz, vivos y
presentes en el aquí y el ahora. Porque, aunque la gran mayoría de ellos tiene
pocos años, se van pasando la sabiduría y el conocimiento adquirido entre
ellos… los árboles viejos pasan su conocimiento y memorias a los árboles
jóvenes, comunicándose entre ellos de forma deliciosa y silenciosa a nuestros
oídos. Y así, van pasando de generación en generación todo el conocimiento y la
historia acumulada con su presencia en los distintos lugares de la Tierra. Al
mismo tiempo que, las mismas especies distribuidas por todo el planeta se
comunican entre sí, manteniéndose en contacto a pesar de la distancia que los
separa. Así, por ejemplo, los olivos de España se comunican con los olivos
situados en Italia, Grecia, Turquía y Palestina. Apoyándose entre ellos,
cualquiera que sea la situación que estén viviendo.
Por todo ello, os animo a
reflexionar sobre todo lo que estamos haciendo a la Tierra. Porque nos lo
hacemos a nosotros mismos…
Y sin Ella, no existiríamos como
seres humanos. No importa donde el hombre quiera ir, explorando nuevos planetas
donde habitar. Porque entonces nos transformaríamos en otro tipo de seres, pero
no humanos (aunque pudieran ser parecidos). Aunque éste sería un tema por
hablar por sí mismo…
Podemos llenarla de Amor,
acogerla en nuestro corazón y decirle que la queremos, que la sostenemos y la apoyamos
en su evolución. Y al decirle, nos lo estamos diciendo a nosotros mismos… y
entonces una conciencia más amplia empieza a emerger de nuestro interior,
amorosa, tierna y preciosa, valiente y decidida que nos impulsa hacia delante. Nos
impulsa a vivir de forma más consciente, recuperando la responsabilidad de nuestras
vidas y del planeta: nuestro hogar…
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