Hoy me gustaría hablaros de las energías que están llegando con el solsticio de invierno. Pero primero hablaré un poco de mí, para seguidamente,
entrar en las energías solares y lunares en las que estamos sumergidos
desde hace unos pocos días…
Ya que, desde hace unos días he sentido
mi cuerpo desconectado de mi alma… una sensación curiosa porque siento mi cuerpo como si fuera “algo” que
se encuentra “allí abajo”, en relación a mi mente y cerebro que se encuentran “aquí
arriba” (donde también está mi conciencia). Y percibo como ese algo, mi cuerpo,
se mueve a través de mi voluntad y mis intenciones. Es decir, si quiero mover
una mano, la mano se mueve en la dirección que deseo y realizando aquello que
quiero, sea coger una naranja, vestirme o teclear el ordenador, por ejemplo. Y lo
mismo puedo decir con el resto del cuerpo. Incluso percibo como es mi voluntad
la que mantiene mi corazón latiendo a cada instante. Y si esta voluntad se
altera por una emoción fuerte, el ritmo del latido también se altera,
restaurándose una vez focalizo mi atención en la emoción y en mi ritmo cardíaco
para restaurar el equilibrio y la armonía interiores…
Con esto os quiero decir que
soy más consciente del papel de la mente racional e intuitiva en nuestras vidas
de cada día. Y, por ende, en los ritmos de nuestras sociedades. Tanto locales
como mundiales.
Este solsticio de invierno ha
traído consigo muchos regalos. Y uno de ellos es la abertura de puertas en
nuestros mundos mentales para que adquiramos más consciencia del papel que
hemos otorgado a nuestros pensamientos. Para, a partir de aquí, que decidamos
qué queremos hacer con ellos y con esa conciencia adquirida…
Imaginaros una hermosa puerta…
alta y radiante, con una gran espada grabada en ella. Una espada colocada en
posición vertical, con el mango en la parte inferior y el vértice de su hoja
metálica en la parte superior. Esta puerta representa la entrada del Mundo Mental.
Un mundo creado por los pensamientos que generamos a cada instante y las
creencias a las que otorgamos credibilidad y poder. Un mundo volátil, que
fluctúa a cada instante dependiendo de lo que pensamos. Porque los pensamientos
son una parte creativa nuestra. Unos pensamientos que, si no tuvieran una base
emocional, no podrían sostenerse por sí mismos. Y, cual el viento, se desplazarían
sin parar de un lado a otro de nuestro mundo interior, nuestra alma, como
también en el mundo ”exterior” a nosotros, creando ráfagas incesantes que nos podrían
sacudir y empujar de un lado a otro… como a veces sucede cuando soplan vientos
fuertes. E igual que el viento, los pensamientos que configuran este mundo van
y vienen, se desplazan incesantemente conectando nuestro mundo interior con el
mundo exterior… conectando nuestro ser con el resto de los seres humanos, de
los seres vivos y del cosmos entero.
Los pensamientos creados por
la mente racional crean un marco referencial donde situarnos en el aquí y el
ahora… definen, otorgan nombres y posiciones a las cosas que nos rodean y al resto
de los seres vivos que conviven con nosotros. De esta manera nuestro cuerpo
puede definirse y desplazarse en un marco espacio-temporal que crea un
increíble escenario donde realizar una tarea y un propósito de vida.
Si no pudiéramos definir “mesa”,
“casa”, “árbol”, coche”, “tiempo”, por ejemplo, no podríamos definirnos a
nosotros mismos. Y, por tanto, no podríamos crearnos una identidad con la cual
establecer un mínimo sentido de individualidad… el “yo” (pequeñito).
El problema radica cuando
damos demasiada importancia a ciertos pensamientos y los cristalizamos en
nuestro cuerpo… es como si cristalizáramos el aire en nuestras células.
Entonces… ¿nuestro cuerpo es,
en realidad, aire? La física cuántica nos dice que la distancia entre las partículas
subatómicas es enorme, siendo el espacio entre ellas energía en movimiento. E incluso
las mismas partículas atómicas, son energía antes que masa concentrada en un
espacio. Por lo que pueden comportarse como ondas (o luz) y como corpúsculos,
dependiendo del experimento que se haga. Si éstas fueran macroscópicas,
seríamos enormes gigantes ante nuestros ojos de ahora.
Pero volviendo a los pensamientos…
Estos son volátiles. Y como
su naturaleza misma, igual que el aire, no pueden agarrar nada… no pueden
agarrar los sentimientos, ni la creatividad, ni el alma humana. Y mucho menos
sociedades enteras. Por mucho que se intente y por mucha fuerza que se les dé a
dichos pensamientos, que una vez transformados en creencias “absolutas”, rigen
una buena parte de la humanidad. Y a pesar de ello, son efímeros, como su
propia naturaleza. Porque están regidos por las leyes del Cosmos, inmutables y
eternas. Incluso aunque sean tan fuertes que creen prisiones invisibles a
nuestros ojos, donde nuestras almas están metidas, limitando nuestros movimientos,
nuestra creatividad y nuestra tarea. Incluso así, son transitorios, como las
civilizaciones que los han creado.
Así, los pensamientos creados
día tras día, año tras año, siglo tras siglo, pueden acabar configurando sociedades
enteras, creando fronteras y modos de vida… modos de vida que, en realidad, son
producto final de pensamientos. Y, por tanto, en última instancia, son producto
del aire… por lo que nuestro mundo, tal y como lo vivimos actualmente, es un
mundo de “aire”. Es una idea que creemos real y a través de la cual nos
movemos. Y no solo nos movemos por esa idea, sino que la reafirmamos a cada
instante con nuestras emociones limitadoras (¡fijaros que poder tenemos los
seres humanos!). Sean éstas rabia, culpa, vergüenza, celos o baja autoestima. E
incluso, si conseguimos aumentar nuestra autoestima y llegar a un nivel de
estabilidad emocional que nos encamina a disolver la prisión invisible donde
vivimos, los pensamientos sociales hacen mella en nosotros, acribillando
nuestro cerebro constantemente con mensajes limitadores del tipo “no puedes”, “es
imposible", que nos generan frustración, impotencia y desestabilizan el
mundo interior que habíamos conseguido alcanzar. Y si no somos conscientes de
ello, se crea una situación que nos hace aflorar dichos sentimientos. Pero en
realidad, estos sentimientos ya estaban en nuestro interior antes de que
sucediera dicha situación.
Podemos asegurar que la situación
vivida, en sí, sea provocada por una persona, varias, por instituciones o cosas
(por ejemplo, el tropezar con la pata de una silla), no es la causa de nuestra
impotencia y frustración. Porque estas ya estaban dentro. Sino que la situación
es el desencadenante de que aflore aquello que había en nuestro interior para
que podamos reconocerlo y transmutarlo. No para que nos re-creemos en ello,
alimentándolo. Sino para reconocerlo. Y esta actitud de reconocimiento implica
voluntad, que es Fuego. E intención, que es Aire. Para a continuación,
canalizar la energía surgida de nuestro interior hacia el corazón y
transformarla en energía útil para amar, comprender y ser compasivos. De esta
forma se transforma en Agua, que podemos utilizar para aumentar nuestra
autoestima, dar fuerza a nuestra voluntad interior, (o Fuego), y materializar en
forma de idea creativa del tipo que sea mejor para nosotros (aspecto Tierra).
Este solsticio de invierno nos
abre la puerta de la Espada para que nos adentremos gozosamente en el mundo de
los pensamientos y lo exploremos. Para que, entrando en este mundo mental,
tomemos conciencia de nuestro poder interior… el de mantener el mundo donde
vivimos igual, manteniéndonos, por tanto, viviendo una ilusión transitoria
(aunque pueda durar unos años más). O el de cambiarlo, día a día, sintiendo que
los pensamientos son efímeros, son volátiles, son ráfagas de aire que van y
vienen. Como también que son una forma de creatividad que, junto a nuestra
voluntad y nuestra autoestima, podemos anclar en el aquí y el ahora.
Con ello, me gustaría
transmitiros que la mente racional no es mala o negativa de por sí, ni mucho
menos. Solo el uso que le damos… si la utilizamos para generar pensamientos que
“empujan” a la humanidad (como ondas tiernas y amorosas de viento) hacia una
elevación de conciencia porque transmiten el deseo de paz, bienestar,
abundancia y salud. O si, por el contrario, emitimos pensamientos solo
centrados en nuestra valía personal, (como ráfagas más o menos huracanadas), donde
nuestro ego es el centro, y entonces co-creamos la sensación de separación
entre nosotros y todo lo demás, alimentando con ello, los conflictos, las enfermedades
y la miseria (tanto emocional como física).
Queridos, este solsticio nos
pide abrir más y más conciencia…
Nos pide abrirnos a la Vida y
ser co-creadores de los mundos que queremos vivir…
Porque estos mundos son
físicos y no físicos, sin velos que los separen. Y, por tanto, una vez nuestra
alma se desprenda del cuerpo que tenemos ahora, continuaremos viviendo en ellos…
Lejos de poder escapar de dichas realidades que nos rodean y de las que
formamos parte físicamente, estas realidades forman parte de nosotros, porque se
encuentran en nuestro interior… y es esta la razón por la que las proyectamos
en el exterior, a través de las sociedades donde vivimos.
Estamos viviendo momentos
increíbles de retorno de las conciencias, finalizando un gran ciclo de vida y
comenzando uno nuevo que nos pide abrir los ojos y despertar nuestro corazón…
nos pide humildad y abertura de mente y corazón para ofrecer nuestros dones
para servir la Tierra y la humanidad. Y, al hacerlo, ser colmados de gozo y
felicidad.
¿Queremos aprovecharlo?
La respuesta está en nuestro
interior…
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