Wednesday, October 31, 2018

Samhain 2018



Nos encontramos atravesando la mitad del otoño… es el Samhain cuyo origen es muy antiguo, como fiesta pagana celta. Una fiesta que a lo largo del siglo pasado se fue convirtiendo en el Halloween, predominando solo el aspecto denso de ella basado en los miedos y lo tenebroso.
Pero en realidad el Samhain era una fiesta jovial y hermosa. Porque se celebraba la abertura del portal más grande al que podemos acceder conscientemente y conectar con los mundos sutiles que existen más allá de nuestros cinco sentidos físicos. Son unas fechas donde los velos entre mundos visibles y no visibles languidecen, o disipan casi completamente, permitiéndonos un acceso más íntimo y consciente a las realidades sutiles que nos rodean. Sean estos de frecuencias elevadas o densas.

Porque seamos conscientes o no, no estamos solos. Ni el mundo que ven y perciben nuestros sentidos es el único que existe. Sino que existe una miríada de realidades alternativas, algunas de frecuencias elevadas y otras menos, que coexisten con nosotros y con nuestro entorno.
Durante estos días podemos invocar más fácilmente a los seres de luz que nos acompañan y percibirles con mayor claridad. También podemos aprovechar para sanar más profundamente nuestro corazón y nuestro cuerpo, eliminando emociones y creencias que nos atrapan y bloquean, impidiéndonos avanzar y evolucionar.

Son días de gozo y alegría, de danza a la Vida y a la Madre Tierra…

Porque la energía del otoño da un paso más, adentrándose más profundamente en su esencia, y acercándola a todos nosotros para que nos toque, jugué con nuestro cuerpo y nuestra alma, para que ondulándose y danzando, penetre nuestro cuerpo deslizándose hacia toda y cada una de nuestras células, para impregnarlas de su sabiduría y de los mensajes que nos trae.
A lo largo de estos días, el otoño se riza un poco más, se curva y gira en su propia espiral hermosa y danzarina para atraernos a él. Se vuelve más magnético y menos eléctrico. Se vuelve más femenino y menos masculino. Porque transmuta las energías masculinas, imperantes hasta ahora, en femeninas ayudado por la luna que se desliza por su periodo menguante para llegar a la luna nueva a principios de noviembre… el calor se transforma en frío, el día en la noche, lo activo en pasivo, las energías dadoras en receptivas…
Y del mismo modo, penetra silenciosamente en todos los seres vivos acompañándolos en esta transformación interior de yang a yin… en las plantas y los árboles, en los ríos y las montañas, y en todos los animales, invitándonos a desprendernos de todo aquello que ya no es necesario para nosotros.

Esta energía juguetona nos trae lluvias y frío… nos dice que usemos el agua para limpiar el cuerpo y desintoxicarlo de todas las toxinas que le impiden funcionar adecuadamente, de todas las toxinas que le impiden abrirse más a la Vida. Pero también podemos visualizar el agua para limpiar nuestras emociones. Y así, como el agua, precioso fluido de vida, deslizarnos más fácilmente por la vida. Con menos miedos y con el corazón abierto, mientras aprendemos y evolucionamos. El agua nos invita a conectar con nuestros propios fluidos corporales y emocionales. A conectar con la sangre, la linfa y resto de líquidos del cuerpo. Y desintoxicarlos para devenir más ligeros y alegres, más sanos y valientes. Y a que nuestra sangre corra por nuestro cuerpo igual que los ríos corren y se deslizan salvando cualquier obstáculo que encuentran… nos invita a Ser Vida y fluir por la Vida.

Pero el otoño nos trae más sabiduría…
E igual como los árboles pierden las hojas, con su humilde actitud de desprendimiento, nos invitan a desprendernos de todo aquello que no es necesario para nosotros, sea pertenencias físicas, relaciones innecesarias, o apegos o creencias concretas. Y a hacerlo sin miedo a perder. Porque no perdemos, sino que nos reciclamos.

Pero no os penséis que el otoño se trata solo de caída de las hojas y lluvias más o menos abundantes.
Porque a medida que los árboles y las plantas van perdiendo sus hojas y flores, se recogen… recogen su energía hacia dentro y la llevan hacia la tierra para enraizarse más, y conectar más con la Madre Tierra… para abrazarla tiernamente con sus raíces que se van extendiendo más y más y transmitirle mensajes de amor por su inestimable ayuda y apoyo. Por su capacidad infinita de nutrir. Y ayudadas por ciertos hongos, las raíces de los distintos árboles del bosque se conectan mejor entre ellos, para hablar y comunicarse. Y así transmitirse mensajes y saber en todo momento cómo están y si alguno necesita ayuda o apoyo en algo.

E igual como los árboles se recogen y llevan su energía hacia la Madre Tierra, así es bueno que también lo hagamos nosotros… que dentro del ritmo trepidante de vida que llevamos, nos paremos un rato cada día, o cada dos días. Y respirando profundamente 3-4 veces, pongamos la intención de recogernos, de llevar nuestra energía hacia los pies y hacia la Tierra… que nos enraicemos, desde el corazón, como si fuéramos un árbol hermoso y magnifico. De esta forma, la Tierra nos sustentará mejor a medida que el frío se haga más intenso. Y nos podremos preparar para la llegada de la próxima primavera, florecer y dar fruto… nuestro fruto… nuestra creatividad que se habrá ido gestando en nuestro interior a lo largo del invierno. Como también nos habremos ido fortaleciendo y aprendiendo cada día un poco más, aumentando nuestra sabiduría.

Ya que es muy importante fortalecer nuestra alma y nuestro cuerpo.
Y este otoño nos invita a conectar mucho más el alma y el cuerpo, a unirlos amorosamente. Para que el cuerpo pueda ser el hermoso Templo del Alma. Un templo único y magnífico que nos representa a cada uno de nosotros. Que representa a cada ser vivo en toda su plenitud.

A medida que las hojas cambian de color y se desprenden dulcemente de las ramas…
A medida que el viento silba a nuestro alrededor, trayéndonos mensajes codificados que solo nuestro corazón y nuestra alma son capaces de interpretar…
A medida que el frío va penetrando más y más…
Un nuevo Gran Ciclo de Vida está empezando y tomando forma… un ciclo que nos pide recuperar la responsabilidad de nuestras vidas y de nuestros cuerpos. De recuperar las riendas y ser co-creadores conscientes de toda vida alrededor y de nuestro cuerpo. Porque el invierno entra fuerte, con un eclipse de sol y uno de luna a principios de enero. Y con una lluvia de energías cósmicas más intensa que nos invita y nos empuja amablemente a abrir nuestra conciencia y nuestro corazón. Porque nos recuerda que somos mucho más de lo que hemos sido durante los últimos 7000 años de historia. Y ahora es el momento de comenzar a recuperarlo…

Pero para ello, debemos volver nuestra mirada a la Madre Tierra y a nuestro cuerpo… a amarlo tal y como es… a aprender a cuidarlo y sanarlo conectando con la naturaleza y todas las bondades que nos ofrece. Porque ella tiene la respuesta a todas nuestras enfermedades, inquietudes y malestares.
Ella nos dice que todos llevamos un pequeño chamán en nuestro interior. Y que, si queremos, lo podemos despertar poco a poco, día a día. Y aprender a conectar con los pequeños ciclos lunares y los grandes ciclos solares. A conectar con la Tierra, los planetas y las estrellas. Y con ello, conectar más con nuestro cuerpo y con la naturaleza para comprometernos con ella y cuidarla y valorarla por lo que realmente es: un gran ser vivo con conciencia que está aquí a nuestro lado para cuidarnos y nutrirnos…
Todos tenemos, en nuestro interior, energía de los árboles y las plantas, de los ríos y las montañas, de los océanos y los valles, como también de los animales. Pero para descubrirlo, debemos predisponernos a ello y abrir el corazón con humildad para acoger el amor que la naturaleza, la Tierra y los cielos nos ofrecen…
Y este otoño es un buen momento para empezar…





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