Se considera que el sonido
terapéutico es la terapia del siglo XXI. Como ya había sido utilizado con este
fin hace miles de años en diversas civilizaciones, como la egipcia, la hindú y
en la antigua Atlántida. Y en tribus indígenas de todo el planeta.
Porque el sonido accede a
nuestro cerebro de forma directa, sin filtros, igual como la aromaterapia. Estimula
la conexión entre los dos hemisferios, nos aporta equilibrio y armonía con
nosotros mismos y con la naturaleza. Y nos recuerda quienes somos y por qué
estamos aquí, ya que accede a las memorias profundas situadas en la amígdala
cerebral y en nuestro ADN. Estimula nuestra capacidad perceptiva y nos despierta
nuestra sensibilidad más allá de los cinco sentidos físicos, estimulando nuestro
tercer ojo y la actividad electromagnética de nuestro corazón. Porque despierta
partes adormecidas de nuestro chakra del corazón. Y estimula todas las
glándulas de nuestro sistema endocrino, abriéndonos a la Vida y a nuestro
precioso mundo interior mítico y espiritual.
El sonido activa, desbloquea
y despierta el quinto chakra, el de la garganta. Nos ayuda a reconocer viejos y
profundos patrones cristalizados en nosotros, para liberarlos con facilidad.
También actúa de forma
magnífica y eficiente en la primera y quinta capas del campo energético. Y en
general, en todas las capas de nuestro campo energético. Activando con ello
nuestro potencial sanador natural y nuestros dones innatos.
Desde hace unos años, y en
particular, desde el año pasado, estamos viviendo cambios energéticos increíbles
en la Tierra.
Unos cambios que, de momento,
parece que solo hacen aumentar la violencia, la incomprensión, los odios y
fanatismos, el afán de atacar para protegerse de lo desconocido, de regresar al
pasado. Y también contribuyen al aumento espectacular de las enfermedades
crónicas y misteriosas, especialmente las que se manifiestan a nivel mental
como el Parkinson, demencia, bipolaridad y Alzheimer, en adultos (y actualmente
incluso en adolescentes), como la hiperactividad, la falta de concentración y
el autismo en los niños.
El aumento de estas, y otras
enfermedades, nos lleva a un nuevo paradigma de la medicina. Tanto la
convencional como la alternativa.
Incluso viejas formas de
sanar tan antiguas como las mismas civilizaciones que trabajaban los chakras a
nivel energético para equilibrar y sanar las personas ya no funcionan de la
misma manera que un año atrás. Porque nuestro sistema energético completo está
cambiando. Y nuestro cuerpo también. Nuestros chakras y campo energético están
cambiando potenciando un cambio de respuestas de nuestro cuerpo a los mismos estímulos
que vivíamos meses o años atrás. Nuestro cuerpo nos necesita, nos reclama
atención, cariño y cuidado. Nos pide fervorosamente que lo amemos tiernamente. Y,
a menos que nos adaptemos a dichos cambios, la sanación y otras terapias alternativas
y convencionales, no funcionan como años atrás. Nuestra alma nos pide que
vayamos más profundamente en nuestro interior. Y es por esta razón por la que
desde hace un año la sanación energética que ofrezco es más profunda y va a
trabajar los Códigos de Luz que hay en el interior de nuestra alma. Más allá de
los chakras y del campo energético, accediendo a regiones profundas, sutiles y
misteriosas de nuestra alma que ya estamos preparados para descubrir y potenciar.
Al mismo tiempo están
surgiendo nuevas posibilidades que hasta ahora estaban más o menos latentes. Como
la terapia del sonido. Es decir, usar el sonido como medio para sanar nuestro
cuerpo y nuestra alma.
Como ya he comentado al
principio, el sonido es una terapia tan antigua como la misma humanidad. Sea utilizando
la voz de forma terapéutica, los cantos, mantras, sonidos de cuencos tibetanos,
los tambores. Como también usando sonidos científicos basados en una mezcla de
diversos sonidos, tanto ambientales de la naturaleza (el mar, los ríos, el
viento, los pájaros) como los que produce el cuerpo humano de forma natural cuando
nuestra sangre fluye por las arterias y venas, el latido del corazón, el sonido
de la respiración, de los pulmones… junto a sonidos primordiales que afectan
directamente las ondas cerebrales emitidas por el cerebro. Y, por tanto, el estado
de conciencia del cerebro y de todo nuestro cuerpo.
El cerebro puede acceder y
manifestar diversos estados de conciencia que se han nombrado como estado beta,
alfa, theta, gamma, lambda y delta. Y otro nivel más profundo, denominado épsilon
por el Dr. Jeffrey Thompson, USA, que conecta el lóbulo temporal inferior izquierdo,
el lóbulo temporal inferior derecho, el córtex posterior y el córtex prefrontal
y frontal, más el hipocampo y la amígdala y cuya oscilación es de tan solo
0.1-0.2Hz.
A través del sonido podemos
acceder y afectar de manera positiva las mitocondrias, los telómeros
(terminaciones de nuestro ADN que afectan nuestra longevidad y proceso de
envejecimiento). Podemos entrar en un estado de relajación profunda y ayudar a desintoxicar
nuestro cerebro de toxinas tanto físicas (metales pesados, aspartame…) como
mentales (pensamientos tóxicos recurrentes que nos atrapan en patrones de vida
y de comportamiento que nos llevan a vivir situaciones poco saludables y que
nos encaminan hacia la enfermedad).
El sonido nos ayuda a
eliminar el estrés, conocido actualmente como una de las primeras causas que
provoca enfermedades. Y en particular las denominadas crónicas y misteriosas
tanto en niños como en adultos.
La otra causa principal es la
alimentación procesada, las harinas y azúcares blancos, los conservadores y
aromas artificiales… y las toxinas ambientales debido a colonias y perfumes
hechos en laboratorios, jabones y productos de limpieza del hogar químicos,
ambientadores, polución, agua contaminada, pesticidas, herbicidas.
En general, vivimos
estresados. Siempre pensando en lo que debemos de hacer luego, en el mañana,
sin tiempo para nosotros, ni para descansar un rato tranquilos y aquietar la
mente desconectando de la TV y los móviles. Sea leyendo un libro, escuchando
música, pasear por el campo y/o meditar.
Además, el cuerpo también
está estresado. Y puede que, desde nacimiento. Debido a que ha de batallar
contra virus, bacterias estreptococos y toxinas que pasan de padres a hijos vía
los fluidos de la sangre desde el momento de su concepción. Toxinas que pueden
estar en nuestra sangre, como metales pesados, que podemos albergar en nuestro
interior desde hace 7 generaciones y más. O el DDT que desde los años 1950 estuvo
utilizándose indiscriminadamente por unos 30 años hasta que se vio que era
cancerígeno y nocivo para la salud. Y que, desde entonces, por el solo hecho de
haber estado en el ambiente y haber sido respirado, nuestros cuerpos lo
ingirieron y lo hemos transmitido a nuestros hijos en el momento de la
concepción o durante su gestación.
Y parte de estas toxinas,
como algunos metales pesados, se depositan en el cerebro. Creando disrupciones
de los neurotransmisores e incitando a desarrollar hiperactividad, autismo y
otros estados de conciencia que impiden a la menta desarrollarse de forma sana
y equilibrada.
La acumulación de toxinas en
el cerebro propicia vivir bajo estrés, ya que el sistema nervioso está hiper
estimulado e intenta buscar vías alternativas para conectar las neuronas y
crear nuevos caminos neuronales. Además de provocar emisiones de adrenalina
cada vez más constantes que van quemando, literalmente, las neuronas poco a poco.
Pero el cerebro está
conectado con todo el cuerpo vía los nervios. Y la salud del cuerpo afecta el estado
del cerebro. Como también el estado del cerebro afecta la salud del cuerpo.
Y de todo ello, las primeras
afectadas son las mitocondrias. Unas pequeñas bacterias situadas en el interior
de todas y cada una de nuestras células responsables de la generación de
energía ATP, del metabolismo, y de combatir las infecciones que atacan las células.
Por lo que es habitual actualmente, que
tengamos las mitocondrias cansadas o desgastadas con paredes celulares débiles
y ADN débil (ellas tienen su propio ADN que es afectado por los aditivos
artificiales que se añaden a la comida procesada y los ambientadores y perfumes,
además de los cosméticos químicos).
El sonido terapéutico es
capaz de acceder a las mitocondrias y fortalecerlas, ayudarlas a recuperarse de
su aletargamiento, de su cansancio. Las despierta y activa. Ayudando, por
tanto, a encaminarnos a la salud.
La terapia sonora que ofrezco
la denomino “Baño de Sonido” donde, además de tener una parte psicológica donde
el hablar con la cliente es muy importante, para proponer diversas estrategias
para trabajar su estado de salud, sea físico, emocional o mental, también la
induzco en una meditación. Y a continuación, hay propiamente el Baño de Sonido
apropiado para la persona. Que puede durar entre 30-60 minutos, dependiendo de
sus necesidades. Y al que se puede añadir un baño de olor con aceites esenciales para crear una atmósfera relajada, tranquila y acogedora donde la cliente se sienta a gusto.
Son sesiones terapéuticas
donde el sonido es el medio para acceder al estado natural de sanación que nuestro
cuerpo es capaz realizar por sí mismo si le damos las condiciones favorables
para ello.
Porque se trata de acompañar
la persona en conectar con su propio potencial sanador interior, estimulándolo
a través del sonido, y que sea ella quien lleve a cabo su proceso interior de
descubrimiento de su capacidad sanadora a través de las modulaciones de
diversos sonidos adecuados.
Porque tenemos un potencial
maravilloso por descubrir y desarrollar. Ya que somos hermosas semillas de energía,
hechas de Luz y Sonidos primordiales que danzan de forma preciosa y majestuosa
a cada instante en nuestro interior y alrededor. Una Luz y unos Sonidos que se
conectan indivisiblemente con las emitidos por la naturaleza, por las plantas y
árboles, los ríos y montañas, los pájaros y los océanos. Y por los sonidos
imperceptibles emitidos por el sol, la Luna y todos los astros y vientos cósmicos
que llegan a la Tierra a cada instante, llenándonos con sus vibraciones y la
información que traen.
Y vale la pena despertar este
potencial maravilloso para aprender a crear nuestras vidas y nuestra salud.
¡Qué tengáis un día lleno de
Luz y Sonidos amoroso!